Sufrir una violación es algo que ninguna mujer debería vivir. Pero el trauma no acaba aquí. Continua cuando los prejuicios, los estereotipos y la violencia institucional se ceba con ellas. Un camino lleno de piedras en el que al final, son las víctimas las que son tratadas como culpables. ¿Lo vas a consentir?
MANIFIESTO
Durante muchos años, hemos vivido en una sociedad que consentía; que aceptaba el maltrato como algo cotidiano; que veía la violencia sexual como algo habitual; que permitía que los abusos y las agresiones a las mujeres quedaran impunes.
Todo esto debería ser parte del pasado, pero aún hoy, en pleno siglo XXI, tenemos que vivir con ello.
Y NO LO CONSIENTO:
- No consiento que miles de mujeres y niñas sufran violencia sexual, y mucho menos, que, además, tengan que enfrentarse a un camino lleno de obstáculos, de piedras.
- No consiento que si mi hija sufre el horror de ser violada, encima sea interrogada durante horas en la policía y tenga que escuchar frases como: “¿Qué ropa llevabas?”.
- No consiento que si mi pareja, mi hermana o mi amiga sufre una agresión sexual, le digan: “no importa, márchate, eso no es nada” o “aquí no te podemos atender” cuando acuda en busca de asistencia médica.
- No consiento tener que aguantar que jueces y fiscales traten a las agredidas como agresoras.
- No consiento que haya mujeres que teman denunciar a su agresor por el terror a sentirse señaladas de antemano.
- No consiento que no se crea a las mujeres violadas, que su palabra sea cuestionada, que sean ellas las juzgadas y no los violadores.
- No consiento ni una sola agresión más, ni una sola humillación más, ni una sola piedra más en el camino de las mujeres que sufren violencia sexual.
- No consiento que se crea que la violencia sexual es solo una cosa de mujeres porque nos afecta a todos y a todas: seres queridos, familias, parejas, hijos, hijas, amigos…
- Quiero una sociedad y unas instituciones que tengan claro que ante la violencia sexual hay DERECHOS:
- El derecho a acudir a la policía y a ser informada y atendida sin prejuicios.
- El derecho a ir a cualquier hospital y recibir la atención adecuada.
- El derecho a una justicia libre de estereotipos y revictimizaciones.
Somos miles las mujeres y hombres que exigimos que se respeten estos derechos, no solo cuando aparecen manadas, sino todos los días.
Queda mucho por hacer y por eso vamos a seguir luchando.
¡Únete! ¡Dilo bien alto!
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